Hace tres años, mi situación económica era como un barco sin timón: ganaba dinero, pero no sabía hacia dónde iba. Gastos inesperados, deudas pequeñas que se acumulaban y metas que parecían imposibles. Todo cambió cuando decidí buscar asesoramiento financiero en Asturias. No fue solo una consulta; fue el inicio de un camino hacia el control real de mi dinero.  

El primer paso fue entender que la planificación no es sinónimo de restricción, sino de libertad. Mi asesor me ayudó a crear un presupuesto realista, diferenciando entre gastos esenciales y superfluos. Aprendí a priorizar cosas como un fondo de emergencia (que me salvó cuando la caldera decidió jubilarse en pleno enero) y a asignar partidas específicas para proyectos personales, como reformar mi casa o viajar.  

Pero lo más valioso fue el acompañamiento experto. El asesoramiento financiero en Asturias que recibí no se limitó a darme números fríos; me enseñó a interpretarlos. Aprendí a invertir en productos acordes a mi perfil de riesgo, a aprovechar deducciones fiscales que desconocía y a renegociar deudas con criterio. Además, herramientas como simuladores de escenarios me permitieron visualizar cómo decisiones presentes (como contratar un seguro o ampliar mi negocio) afectarían mi futuro.  

También descubrí que la disciplina no está reñida con la flexibilidad. Mi asesor me animó a revisar y ajustar el plan cada trimestre, adaptándolo a cambios como un aumento de sueldo o gastos médicos imprevistos. Esta dinámica evitó que me estancara en un sistema rígido y me permitió celebrar logros pequeños pero significativos, como liquidar una tarjeta de crédito o empezar a ahorrar para la jubilación.  

Hoy, mi relación con el dinero es mucho más sana. No solo he logrado metas que parecían lejanas, sino que enfrento imprevistos con una calma que antes me hubiera parecido imposible. Y aunque el camino sigue teniendo curvas, el asesoramiento financiero en Asturias me dio el mapa y la brújula para navegar sin naufragar.

por lola