Tener una segunda residencia o una propiedad familiar en Vilagarcía de Arousa, mientras mi día a día transcurre principalmente en Vigo, implica ciertas responsabilidades de mantenimiento para asegurar que todo funcione correctamente y evitar sorpresas desagradables cuando vamos. Una de esas tareas periódicas, quizás no la más glamurosa pero sí fundamental, es la revisión y el mantenimiento termo eléctrico en Vilagarcía. Ignorarlo puede llevar a averías costosas, fugas o, simplemente, a quedarte sin agua caliente en el momento más inoportuno.

Así que el otro día aproveché un viaje que tenía que hacer a Vilagarcía para dedicarle un par de horas a esta «puesta a punto». Me había informado un poco sobre los pasos clave y me aseguré de llevar las herramientas necesarias: un par de llaves inglesas de buen tamaño, un cubo vacío, algunos trapos viejos y, lo más importante, un ánodo de magnesio nuevo compatible con mi modelo de termo. Sabía que revisar y, probablemente, cambiar esta pieza era el objetivo principal del mantenimiento preventivo.

Lo primero, como siempre en estos casos, fue la seguridad: desconectar el termo de la corriente eléctrica y cerrar la llave de paso general del agua que le suministra. Una vez asegurado esto, localicé la tapa que da acceso al interior y a la resistencia. Con un poco de maña y la llave adecuada, conseguí aflojar la tuerca que sujeta el ánodo de magnesio. Tal como sospechaba por el tiempo que llevaba el termo funcionando sin revisión, el ánodo original estaba muy desgastado, casi consumido en algunas partes. Ver su estado me reafirmó en la importancia de cambiarlo; esta pieza actúa como un «sacrificio», atrayendo la corrosión para proteger las paredes metálicas del tanque (la cuba), y su reemplazo periódico es vital para alargar la vida útil del aparato, especialmente en zonas donde el agua puede tener más cal.

Limpié un poco la zona accesible, coloqué el ánodo nuevo asegurándome de que quedara bien fijado, y volví a montar la tapa. Antes de dar por finalizado el trabajo, revisé visualmente las conexiones y latiguillos por si había alguna señal de fuga o deterioro. Una vez todo parecía en orden, volví a abrir la llave del agua, esperé a que el termo se llenara (abriendo un grifo de agua caliente para purgar el aire) y finalmente conecté la electricidad.

Escuchar el familiar sonido de la resistencia empezando a calentar el agua y, sobre todo, comprobar después de un rato que no había ni una sola gota de fuga, fue una gran satisfacción. Es una tarea relativamente sencilla que, con precaución, uno mismo puede hacer. Ese par de horas invertidas en el mantenimiento del termo en Vilagarcía me proporcionan tranquilidad para los próximos meses, sabiendo que el sistema de agua caliente está en mejor estado y que he prevenido problemas mayores. ¡Mantenimiento preventivo completado!

por lola