Siempre tuve claro que quería dedicarme a la odontología, pero más allá de la práctica clínica, mi aspiración era crear un espacio propio. Un lugar donde pudiera ofrecer la atención dental que yo concebía: cercana, de calidad, con la última tecnología y centrada en el bienestar del paciente. Y para hacer realidad ese sueño, elegí Santiago de Compostela. Esta ciudad, con su mezcla de tradición y modernidad, su ambiente universitario y su constante ir y venir de gente, me pareció el lugar perfecto para establecer mi proyecto de vida profesional.

El camino hasta abrir las puertas no fue corto ni sencillo. Empezó con la búsqueda del local ideal; quería algo bien ubicado, accesible y con el espacio suficiente para varias consultas, sala de espera, recepción y todo lo necesario. Una vez encontrado el sitio, llegó la fase de permisos y licencias, un proceso que requiere paciencia y dedicación. Simultáneamente, tocaba diseñar el interiorismo, pensando en crear un ambiente agradable y funcional, tanto para el equipo como para los pacientes.

Luego vino la parte emocionante (y costosa): equipar la clínica. Elegir el sillón dental, los aparatos de radiografía, el instrumental, el esterilizador… Cada decisión era un paso más hacia la materialización del proyecto. Quería contar con tecnología avanzada para ofrecer los mejores tratamientos, desde una simple limpieza hasta procedimientos más complejos o estéticos. La inversión fue considerable, pero la veía como una apuesta por la calidad y por el futuro de la clínica dental Santiago de Compostela.

Han sido meses de mucho trabajo, de compaginar la planificación con la burocracia y la ejecución de la obra. Hubo momentos de incertidumbre y cansancio, pero la ilusión de ver cómo el local vacío se transformaba en la clínica que había imaginado lo compensaba todo. Pensar en los primeros pacientes que cruzarían esa puerta, en las sonrisas que ayudaría a cuidar en esta ciudad, me daba la energía para seguir adelante. Ahora, con todo listo, siento una mezcla de orgullo y expectación. Abrir esta clínica dental en Santiago de Compostela no es solo iniciar un negocio; es echar raíces profesionales en una ciudad que admiro y empezar una nueva etapa, listo para cuidar la salud bucal de mis vecinos y de quienes visitan esta maravillosa tierra.

por lola