Aunque la oferta de alojamientos en Vigo es tan amplia como diversa, sus visitantes dudan generalmente entre dormir en hotel o en camping. Estas experiencias, tan opuestas en muchos sentidos, conllevan una serie de pros y contras a considerar. En entornos especialmente aislados, los turistas no tienen alternativa. Por ejemplo, no hay hoteles en las islas cies, lo que significa que el camping situado en Montefaro es la única opción para alojarse en este destino de Parque Nacional de las Islas Atlánticas.
Pasar la noche en un camping garantiza una mayor desconexión del tráfico, las multitudes y otros aspectos negativos de la sociedad, considerados estresores por la psicología moderna. La posibilidad de recuperar el contacto con la naturaleza también disminuye la ansiedad acumulada por el exceso de trabajo y la rutina, un relax más difícil de lograr en resorts y hoteles, en parte porque la dependencia tecnológica y digital sigue ahí, y los profesionales que teletrabajan no logran desconectar del todo.
Además, decantarse por la acampada no equivale a dormir a raso ni lidiar con mosquitos y otras incomodidades. En Vigo, la mayoría de los campings disponen de camas, duchas, tomas de corriente, suministro de agua y otros servicios y comodidades. En los denominados glampings, su nivel de exclusividad y lujo está a altura de ciertos complejos hoteleros.
Los turistas con mascotas encuentran menos dificultades y obstáculos en campings que en hoteles. La mayor parte de los campamentos son pet-friendly, lo que significa que disfrutan de instalaciones y servicios exclusivos.
Por el contrario, alojarse en tiendas y bungalows fomenta la comunidad y las interacciones con otros huéspedes, lo que resulta negativo para los viajeros que busquen una mayor privacidad. Así, el uso de los servicios de higiene y saneamiento (lavabos, fregaderos, contenedores de residuos, etcétera) debe compartirse con otros usuarios, en general.